Mi madre siempre me dice que la primavera en Xalapa la anuncian las jacarandas que florean la última semana de marzo y la primera de abril cuando tienden alfombras de color lila. El artilugio natural es digno de verse. Aunque no es igual, se asemeja al tan mencionado florecimiento de los árboles de cerezo en Japón que reúne a toda una multitud fascinada.
Las jacarandas en Xalapa decoran la mayoría de la avenida Orizaba y la zona de Las Palmas, hacia la parte alta de Ávila Camacho. Hay algunas escondidas en la avenida Xalapa, Maestros Veracruzanos y al rededor la zona UV. De un día para otro, las copas de color lila replican su color en el suelo y tapizan automóviles, aceras y camellones. Al volver del trabajo, fueron una gratísima sorpresa porque si uno se descuida, el paisaje perfecto como azúcar glass es barrido o alterado por la lluvia.
Otras flores primaverales son las azaleas (o
azalias, según la costumbre), aquellos arbustos de los camellones de
las avenidas y jardines en colores del blanco al rojo intenso. Los calistémones,
conocidos popularmente como cepillos rojos, se llenan de sus peculiares
flores. La avenida Lucio Blanco tiene un bonito corredor que casi nadie voltea a ver. Ambas especies tan características de la ciudad, al igual que las jacarandas, florean esta
temporada.
Antes había más jacarandas en Xalapa. Las quitaron del centro histórico argumentando que estos árboles se quiebran y producen accidentes en otoño cuando pierden flores, hojas y frutos reduciéndose a troncos arrugados. Un árbol que puede llegar a los 30 metros necesita un suelo profundo y no limitarse a pequeños arrietes urbanos sin profundidad o estar bajo cielos llenos de cables porque tarde o temprano, vendrán a podarlos so pretexto de ser un peligro cuando nosotros somos quienes atentamos contra ellos.
Si tiene espacio este fin se de semana, aproveche un momento y contemple las flores de temporada. Revalore su presencia y regálese sus colores y perfumes. En medio del tráfico,del quehacer diario, detengase un minuto y sorpréndase del regalo natural de su propia ciudad.
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